Actividades permanentes
Como complemento del trabajo por proyectos, el programa propone la realización de actividades permanentes con la intención de impulsar el desarrollo de las habilidades lingüísticas de los alumnos dirigidas a fortalecer sus prácticas de lectura y escritura.
La denominación actividades permanentes se basa en que se desarrollan de manera continua a lo largo del ciclo escolar y se realizan en forma regular; no obstante, pueden variar durante el ciclo, repetirse o reelaborarse en función de las necesidades del grupo.
Las actividades permanentes se desarrollan antes, durante y después de los proyectos didácticos, en vista de que son elementos complementarios que el docente emplea cuando lo considera necesario, en función de su conocimiento sobre las necesidades y desarrollo particular del grupo.
El docente selecciona el momento más adecuado para implementarlas, de acuerdo con las necesidades de sus alumnos y de la etapa en la que se encuentren respecto de la apropiación del sistema de escritura. En consecuencia, una misma actividad permanente podrá realizarla el grupo más de una vez si se considera necesario, incluso es factible trabajar con un grupo específico de alumnos una actividad en particular que se considere importante para su aprendizaje, y otra para un grupo diferente.
Se busca que la lectura y la escritura se conviertan en actividades en las cuales los alumnos estén en contacto permanente con los textos y desarrollen estrategias de comprensión lectora, para el análisis y manejo de la información e incrementen sus recursos discursivos, al mismo tiempo que adquieren una actitud favorable hacia la lectura y producen textos para expresarse libremente.
En síntesis, las actividades permanentes contribuyen, dependiendo del grado, a:
• Comprender el sistema de escritura y las propiedades de los textos.
• Revisar y analizar diversos tipos de textos.
• Generar espacios de reflexión e interpretación del lenguaje.
• Incrementar las habilidades de lectura (desarrollar comprensión lectora).
• Fomentar la lectura como medio para aprender y comunicarse.
• Producir textos breves y alentar la lectura de diversos textos para distintos fines.
Es importante resaltar que, por su naturaleza, las actividades permanentes no son objeto de calificación; sin embargo, pueden evaluarse para propiciar su mejora continua.
Para el programa de Español de secundaria se sugieren, por ejemplo, las siguientes actividades permanentes:
Actividades permanentes en Secundaria
• Club de lectores.
• Taller de creación literaria.
• Círculo de análisis periodístico.
• Taller de periodismo.
• Cine debate.
El programa de Español de secundaria requiere actividades permanentes en cada grado escolar; por ejemplo, las funciones que pudieran desarrollarse en el Club de lectores son: el reconocimiento de los elementos de la estructura de los textos que leen, el intercambio de opiniones, la reflexión y pertinencia de los contenidos de textos informativos, así como las interpretaciones de los alumnos acerca de los textos, el análisis y la argumentación de textos más complejos.
El Taller de creación literaria podría favorecer el potencial creativo de los alumnos y la reflexión acerca de las características de los textos. Mediante estas actividades se pretende que los alumnos desarrollen un trabajo más formal con el lenguaje escrito y a partir de un estilo propio.
El Círculo de análisis periodístico sugiere la lectura sistemática de periódicos y semanarios. Esto implica que los alumnos estén informados de los sucesos más relevantes o de su interés, y que tengan elementos de juicio para opinar con respecto a un tema, suceso o declaración. También contribuye a tomar una posición frente a una situación determinada.
En el Taller de periodismo los alumnos podrían adquirir herramientas para mejorar su expresión oral y escrita, comprender el contenido de distintos textos informativos y expresar sus ideas de manera clara y coherente. Además, desarrollar procesos de recuperación, argumentación y valoración de la información.
Mediante el Cine debate, los alumnos podrían comprender mejor una obra de teatro, un cuento o bien motivarse y leer la obra literaria en que se basa una película.
Además, esta actividad permite entender la visión del autor sobre el mundo.
Papel del docente y trabajo en el aula
La relevancia de la actual labor docente radica en una ruptura con la enseñanza basada en transmitir información, administrar tareas y corregir el trabajo de los alumnos. Para promover el aprendizaje y uso del lenguaje escrito, la intervención docente bajo este enfoque supone, entre otros roles, asumirse como facilitador y guía para:
• Facilitar el trabajo de reflexión y análisis de los textos por parte de los alumnos, plantear preguntas o aseverar hechos, datos, situaciones que les permitan identificar algún aspecto de lo que leen o cómo leen; alentarlos a dar explicaciones; retarlos a lograr apreciaciones cada vez más objetivas por medio de la confrontación con los propios textos o con opiniones de sus compañeros.
• Mostrar a los alumnos las estrategias de un lector o escritor experimentado, con el fin de mostrarles las posibles decisiones y opciones durante la realización de estas actividades. En este sentido, el docente es un referente para los alumnos y les facilita la relación con la lengua escrita.
• Dar a los alumnos orientaciones puntuales para la escritura y la lectura. Ayudarlos a centrarse en las etapas particulares de la producción de textos, como la planeación y corrección, y a usar estrategias específicas durante la lectura, por ejemplo: realizar inferencias, crear o comprobar hipótesis, entre otras.
• Fomentar y aprovechar la diversidad de opiniones que ofrece el trabajo colectivo y equilibrarlo con el individual, lo que brinda la oportunidad para que los alumnos logren el máximo aprendizaje posible.
• Estimular a los alumnos a escribir y leer de manera independiente sin descuidar la calidad de su trabajo.
En cuanto a la promoción de la expresión oral, el docente deberá considerar los siguientes aspectos:
• Garantizar la creación de oportunidades para que todos los alumnos expresen sus ideas, identifiquen sus necesidades y las expresen de manera clara y respetuosa.
• Fomentar que expongan sus ideas o procedimientos (acertados o incorrectos) sin temor a la censura.
• Ayudarlos a escucharse entre ellos, respetando turnos de habla, a que platiquen de sus experiencias y aprovechen la información disponible.
• Ayudarlos a resolver problemas por medio del lenguaje, la exposición de necesidades o sentimientos, la negociación y el establecimiento de acuerdos.
• Diseñar, planear y ensayar actividades ex profeso para la exposición de temas, con el fin de lograr, progresivamente, mejores resultados.
Con esta labor de facilitador del docente, se espera que los alumnos dispongan de oportunidades para el aprendizaje de los contenidos propios de la asignatura mientras aprovechan la riqueza que les proporciona el intercambio con sus compañeros.
El trabajo en el aula
Una preocupación de la mayoría de los docentes es la organización del tiempo escolar, por lo que el cumplimiento de los propósitos, contenidos de los programas y aprendizajes esperados demanda una distribución del tiempo de clase en momentos diferenciados de trabajo (proyectos didácticos o actividades permanentes), así como la organización de la clase en actividades grupales, en equipo o individuales.
La apropiación de los conocimientos involucrados en las prácticas del lenguaje depende de las oportunidades de participación en diferentes actos donde se hable, lea y escriba. Para muchos alumnos la escuela constituye el espacio privilegiado donde esto es posible, por tanto el docente debe promover que participen en eventos comunicativos reales en los cuales haya productos lingüísticos que satisfagan diferentes necesidades.
Durante el desarrollo de un proyecto didáctico las diferentes maneras de trabajo que pueden ponerse en práctica son:
• Trabajo en grupo. El docente favorece la participación de todos los integrantes del grupo a propósito de una actividad, propuesta o punto de vista. El valor de esta interacción reside en la oportunidad que brinda el planteamiento de un problema nuevo para generar la reflexión de los alumnos, o para aprovechar diferentes respuestas u opiniones juveniles para enriquecer las oportunidades de reflexionar acerca del problema.
• Trabajo en pequeños grupos. Organizados en equipos,2 los alumnos pueden enfrentar retos de escritura y lectura con un grado de mayor profundidad que el que pudieran lograr trabajando individual o grupalmente. En esta forma de trabajo se recuperan los momentos más importantes del aprendizaje escolar, ya que se pueden confrontar con detalle sus perspectivas acerca de un problema y ampliar su catálogo de respuestas. En esta modalidad de trabajo los alumnos aprenden a responsabilizarse de una tarea y a colaborar con otros aportando el máximo esfuerzo.
• Dentro de los proyectos didácticos se sugiere el trabajo cooperativo diferenciado; es decir, los integrantes de un equipo realizan actividades diferentes, pero coordinadas, para el logro de una tarea; por ejemplo, asumir roles simultáneos para dictar, escribir y corregir un texto. Aquí la capacidad de coordinación del docente es fundamental, ya que deberá dar instrucciones precisas y monitorear el trabajo colaborativo de manera simultánea.
• Trabajo individual. Resulta útil para evaluar las posibilidades reales de los alumnos al leer o escribir un texto y conocer sus estilos y formas de trabajo; sus respuestas individuales también pueden aprovecharse para iniciar la ejecución de estrategias encaminadas a resolver un problema, o bien para después comparar estrategias en el trabajo colectivo.
Si bien se pretende que preferentemente –a lo largo de la educación primaria y secundaria– los alumnos tengan muchas y variadas oportunidades para elaborar textos propios, la reflexión sobre la lengua escrita también requiere de momentos en los que el docente modela el trabajo en función de los tipos de texto y de la práctica social que se estudia. Este tipo de trabajo tiene dos variantes:
• Actividades en las que los alumnos lean textos de autores expertos y los empleen como guía o modelo. Después de varias lecturas, infieren los rasgos del tipo textual o recursos lingüísticos del autor y tratan de realizar un texto semejante o análogo.
• Actividades de escritura colectiva en que el docente funja como modelo. En esta modalidad, el docente revela las decisiones que toma al escribir un texto con la intención de que los alumnos observen y analicen los diferentes problemas que enfrenta un escritor y sus estrategias para resolverlos.